Hebrón bajo la custodia israelí

Mientras todas las miradas se fijan en Gaza, la ciudad de Hebrón, en pleno corazón de Cisjordania, permanece bajo una opresión que a menudo puede pasar inadvertida. Aquí no hay bombardeos diarios, pero la violencia estructural, el miedo y la segregación moldean cada calle, cada hogar y cada día.

En el centro histórico de Hebrón, donde siglos de historia debería ser una lección de convivencia, se erige otra historia completamente distinta: la de los asentamientos israelíes incrustados entre viviendas palestinas, con colonos protegidos por soldados, y palestinos sujetos a barreras, puestos de control y limitaciones que no sólo recortan su libertad física, sino también su dignidad.

Desde los Acuerdos de Oslo, Hebrón quedó dividida en dos sectores: H1, bajo administración palestina, con alrededor de 220.000 palestinos; y H2, bajo jurisdicción israelí, donde viven alrededor de 35.000 palestinos junto a unos 850 colonos, bajo la tutela directa de cerca de 700 militares hebreos.

La zona H2 es un mosaico de espacios de prohibición y restricciones vitales. Calles donde los palestinos pueden caminar pero no conducir, barrios donde los negocios palestinos han acabado cerrando; mercados que antaño bullían de vida hoy están vacíos, con puertas cerradas o soldados bloqueando el paso.

Y no son solo existen las barreras visibles. El miedo está en los relatos… Mujeres que viven encerradas por toques de queda impuestos, vigiladas por soldados, acosadas verbal o físicamente y con ventanas reforzadas tras reiterados ataques de piedras lanzadas por colonos.

Hebrón es un microcosmos que desvela las caras menos visibles pero persistentes de los colonos. Mientras Gaza sufre un genocidio atroz, la ciudad vieja de Hebrón vive una guerra silenciosa de asimetrías, segregación y violencia cotidiana.

Las fotografías que siguen son una invitación a caminar por esas calles cerradas con rejas, a escuchar el silencio de los mercados vacíos y a mirar a los ojos de quienes resisten entre muros y controles. Un retrato visual de una ciudad fracturada, donde la vida palestina sobrevive bajo la presión constante de los colonos y la custodia del ejército israelí.

rujak bonanza