Desde hace unos años, las artes marciales mixtas (MMA) son, tal vez, el deporte con mayor crecimiento mundial. La explosión de su liga más famosa, la UFC (Ultimate Fighting Championship) y el lanzamiento al estrellato de su luchador más mediático, Conor McGregor (Irlanda, 1988), entre otras cosas, hacen que el número de clubes federados y las inversiones de las marcas en este deporte crezcan exponencialmente año tras año. El ejemplo perfecto es la marca Reebok, que firmó un contrato de 70 millones de euros por ser la única marca visible en los combates de UFC para los siguientes 6 años.

En España las cosas son diferentes, y es que, aunque cada vez hay más luchadores federados, el escaso apoyo económico y mediático hace que cada vez escaseen más los eventos deportivos de este tipo.

Alex Sanz (Valencia, 1992) es uno de estos luchadores de MMA. Campeón de España en 2016, actualmente compite en la categoría de 66 kg de peso para poder conseguir nuevos títulos que le hagan subir de nivel federativo. Para ajustarse a este peso, días antes de los combates, muchos de estos luchadores dejan de comer, de beber y realizan actividades físicas que les hacen perder rápido los kilos que les sobran y así poder competir.

Sacrificio, respeto o compromiso son conceptos, aparentemente, ligados a esta modalidad de deporte que lleva al límite el físico de los deportistas que lo practican. Algunos en busca del éxito personal, otros por ganar dinero y el resto simplemente por hacer crecer su ego.

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